El
antropólogo que ocupa el texto también
está presente en las imágenes. Flávio
L. Silveira, (2004) narra sobre su presencia en las
fotografías de tesis.
“Mi mirada, las miradas de mis colegas, las
diversas miradas de las personas del lugar que participaron
de la experiencia, todo allí como un cruce de
perspectivas sobre la densidad del tiempo y del espacio
misionero, conviviendo con la fuerza del encuentro,
del diálogo intercultural, cuando recorríamos
los paisajes del Otro, considerando, es claro, que ese
Otro estaba consustanciado en las personas que nos acompañaban
-o que encontrábamos- en el recorrido”
(Flávio Silveira, em entrevista 2004).
Conviene destacar que esta intencionalidad de la figura
del antropólogo en la imagen fotoetnográfica
exige el trabajo en equipo. Ya no se trata sólo
del “click del Otro”, de la imprevisible
aparición del antropólogo, sino de lo
que BIEV viene llamando la “etnografía
de la etnografía”. Investigadores trabajando
en equipo registran el encuentro entre el investigador
y el Otro y reflexionan sobre este encuentro en la construcción
de la etnografía. Rafael Devos narra el trabajo
fotográfico de su tesis (2002) y, en especial
la foto realizada por el equipo BIEV:
“Este
día, fuimos a la casa del Sr. Adâo, uno
de los personajes más importantes del trabajo
etnográfico desarrollado en la Isla de los Marineros.
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Fui
acompañado de las profesoras Ana Luiza Carvalho
da Rocha, Cornelia Eckert y además del profesor
Jean Arlaud, de visita en Brasil. Adâo estaba contento
con la presencia en su casa de “mi personal”,
a quien él siempre hace referencia al narrar sus
historias -“Yo quería contar esa historia
para ustedes”, decía él, estando acompañado
o solo en su escucha. Adâo vive en la parte Norte
de la Isla, en su ambiente más rural, apenas a
12 kms del centro de la ciudad. En sus memorias narra
el transcurrir de la infancia vivida en medio del trabajo
con el ganado, la roza y la extracción de leña
para el trabajo como carpintero naval en los clubes de
remo de la Isla. Su habilidad y su placer en narrar las
muchas historias fantásticas de las islas son responsables
de su reconocimiento dentro de la comunidad como un gran
narrador del lugar. Sabiendo que Adâo no podía
leer el trabajo, fui directo a las páginas en que
él pudiera ver las imágenes de los lugares
a que se refería en las narrativas, y de sí
mismo en los variados gestos de su “arte de decir”,
en que su narrativa corría transcrita en la secuencia
de los instantes de imágenes de sus gestos y expresiones.
Se quedó sorprendido con la cantidad de imágenes
suyas y de los demás narradores en el trabajo.
Al identificar una de las historias narradas, la del “bicho
preto” que apareció en la decrecida de la
inundación del 41 en la Isla, hizo el camino inverso
de lo escrito, devolviendo la oralidad a la narrativa,
contándonos entonces, una nueva historia. Terminada
una etapa del trabajo, el intercambio de imágenes
en el campo continua” (Rafael Devos, em entrevista
2002).
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