Traducido por Luís Campos y Patricio Toledo

La trayectoria del quehacer antropológico con imágenes remite a la discusión de la construcción de este conocimiento así como al de la identidad del antropólogo en acción. En un proceso análogo se reconoce que, tanto la fotografía como la Antropología Visual, han construido sus historias en la medida en que incorporan nuevas cuestiones que tratan, también, de la ampliación de la mirada sobre el Otro. El antropólogo, que a partir de las etnografías llamadas post-modernas, ya estaba presente en la escritura en cuanto un personaje etnográfico más, ahora también se presenta en las imágenes (fotográficas o videográficas) contenidas en el texto antropológico. Hemos visto a generaciones de antropólogos abstenerse de aparecer imagéticamente en las etnografías realizadas, pero, recientemente, ciertos trabajos traen incluida intencionalmente la imagen del investigador buscando explicitar la intensidad e intencionalidad del encuentro etnográfico. Se pretende, a partir de un levantamiento de tesis, disertaciones y trabajos monográficos del PPGAS/UFRGS -en especial los trabajos producidos o asesorados por los proyectos de investigación NAVISUAL/BIEV- discutir las estrategias que estos antropólogos están presentando al incluir intencionalmente sus imágenes en interacción con los investigados. En este sentido, se busca problematizar la presencia del antropólogo en el campo con herramientas audiovisuales y la inserción visual de esta presencia en el texto etnográfico.

La historia de la antropología es acompañada por el uso de la fotografía. Desde el inicio de su desarrollo cuando el antropólogo, en su gabinete, realizaba sus reflexiones a partir de datos recolectados por otras personas, la fotografía participó como registro de culturas lejanas. Las fotos llegaban al antropólogo así como otros datos de segunda mano, permeadas por la ideología del fotógrafo (Guran:1995). En esa dirección, se reconocía la eficacia del recurso en la confirmación de las “verdades” erigidas por los antropólogos que se encontraban, en la época, atendiendo una demanda colonizadora enfrentada con nuevas culturas.

Uno de los pioneros del uso de la fotografía en el trabajo de campo en la antropología, Malinowski, trae en su obra incontables imágenes, una composición aún inédita en los trabajos antropológicos de la época. Utilizó la fotografía en su investigación con los nativos de las islas Trobriand enfrentando grandes dificultades y lo rudimentario de su equipamiento fotográfico. Era necesario preparar las placas, cargar un gran conjunto de equipamientos para revelar, así como dominar las técnicas de la fotografía (Samain, 1995:26). Estas dificultades fueron siendo superadas gracias a la evolución tecnológica.


       
 

Imágenes de antropólogos, antropólogos en imágenes.

La trayectoria del quehacer antropológico con imágenes remite a la discusión de la construcción de este conocimiento, así como a la de la identidad del antropólogo en acción. El antropólogo, que a partir de las etnografías llamadas post-modernas, ya estaba presente en la escritura, en cuanto un personaje etnográfico más, ahora también se presenta en las imágenes (fotográficas o videos) contenidas en el texto antropológico. Hemos visto a generaciones de antropólogos abstenerse de aparecer imagéticamente en las etnografías realizadas, pero recientemente, ciertos trabajos traen incluida intencionalmente la imagen del investigador buscando explicitar la intensidad e intencionalidad del encuentro etnográfico. Se pretende, a partir de un levantamiento de tesis, disertaciones y trabajos monográficos del PPGAS/UFRGS -en especial los trabajos producidos o asesorados por los proyectos de investigación NAVISUAL/BIEV- discutir las estrategias que estos antropólogos están presentando al incluir intencionalmente sus imágenes en interacción con los investigados.

Palabras Claves: Antropología Visual; identidad del antropólogo; texto e imagen.

Autor:
Liliane S. Guterres

Doctora en Antropología Social y profesora de la Universidad de Caxias do Sul – RS/Brasil.

Maria Cristina Caminha de Castilhos França
Doctoranda en Antropología Visual – PPGAS/UFRGS y profesora del Unilasalle – Canoas/RS.


e-mail:
liligu@portoweb.com.br, mcristinaf@terra.com.br

Recibido: 4 de Marzo 2007   Aceptado: 7 de Abril 2007

 
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La invención de la película en negativo, de la alta sensibilidad de las películas, de la reducción del tamaño y del peso de las cámaras fotográficas transformaron el equipamiento en un instrumento portátil, poco voluminoso y al alcance de cualquier amateur, lo que fue fundamental para la optimización del uso de la cámara fotográfica por el antropólogo en el campo. Las más recientes transformaciones dieron origen a las cámaras digitales, esta revolución popularizó aún más el uso de la imagen fotográfica por las personas en general como también por los antropólogos.

En estos primeros trabajos en que se tiene imágenes del investigador, la intencionalidad de las imágenes remite a la afirmación de la presencia de éste en medio del grupo investigado. La fuerte expresión de ese momento histórico es reconocida, por ejemplo, en las obras de Malinowski (1984), Mead (1942), y Lévi-Strauss (1994). Es importante resaltar que las imágenes de Malinowski y Lévi-Strauss no estaban insertas en la obra que “ese tiempo” produjo en el campo, ya que la imagen del investigador o la presencia de él en el campo no tiene el estatuto de cientificidad. En otras ediciones esas imágenes aparecen para describir el universo de la investigación y rectificar la presencia y la interacción del antropólogo en ese universo. Se puede pensar como el inicio del reconocimiento de la fotografía como dato etnográfico importante en el develamiento de aspectos de una determinada cultura. Ver lo “exótico” ya no es privilegio del investigador. Su obra comparte y traduce el extrañamiento con los lectores.

Malinowski, 1981.
Leví-Strauss, 1994.
La Antropología adopta la imagen, inicialmente, como un nuevo modelo cultural de comunicación capaz de aprehender el mundo, bajo un nuevo signo de comprensión e interpretación. Con ese objetivo es que los antropólogos utilizan primeramente la imagen: aprehender el mundo del Otro, el lugar de la diferencia como dato antropológico, como un documento. Esas imágenes registran esa misma autoridad documental de sus “presencias físicas y temporales” (Edwards:1996). Bajo esa concepción, las imágenes producidas aunque estableciesen el “estar ahí”, no establecían situaciones “reales” de revelación de las interacciones. Ellas proponen la evidencia, la afirmación de la presencia. Podemos pensar esa forma de actuar sobre el campo visual como resultado del modo cómo la ciencia también era realizada. O sea, el propósito de objetividad sobre lo que es analizado tenía como uno de los criterios de credibilidad, el distanciamiento del investigador, la abstracción de aquello que es importante de ser visto y analizado. Según Edwards,

...las imágenes reflejan con coherencia los temas, las ideologías y las intenciones de los fotógrafos en cada época -hasta la segunda década del siglo XX la fotografía era parte de la tentativa colectiva de producir datos antropológicos- parte de la recolección de “datos brutos” para análisis en la metrópoli” (1996:12).

Vemos la fotografía como un recurso más en la captación de los datos etnográficos del investigador, cuya función de auxiliar no lo autorizaba a volverse un recurso explicativo, sino que aparecía con un carácter fuertemente ilustrativo. Su acción sobre lo que debería ser revelado ocupaba un espacio de relativa presencia en la investigación de campo. El distanciamiento rígido exigido en las actividades y producciones científicas, apuntadas como necesarias para la obtención del estatuto de cientificidad en la obra clásica de Durkheim, Las Reglas de Método Sociológico (1975), marca la “ausencia” física de ese investigador.

Fue a partir del trabajo de Gregory Bateson y Margaret Mead titulado Carácter Balinés (1942), que la fotografía pasó a ser utilizada como método de investigación, producida por el antropólogo, dentro de un contexto de trabajo de campo y presentada junto al texto etnográfico. Ese fenómeno les atribuye la “fundación” de la Antropología Visual en la cual las imágenes son percibidas como “textos” que no sólo afirman, sino que también interpretan lo real (Guran, 1995:160).

Mead, M. Bateson, G., 1942.

El avance en la discusión del uso de la fotografía en la antropología viene consolidando y refinando la construcción de la antropología visual como campo disciplinar. En la investigación antropológica, el uso de la imagen pasa a valorizar la comunicación audiovisual y la riqueza de estos datos como recurso narrativo e interpretativo que viene a dinamizar la investigación y la transmisión del conocimiento. La imagen fotográfica se torna un poderoso recurso auxiliar de la memoria del investigador frente a la densidad de detalles provenientes del universo estudiado. El instrumental visual se vuelve un dinamizador de la investigación en antropología, ya sea en la recolección de datos, o en la interacción sujeto-objeto que contiene, permitiendo una mayor comunicación con las poblaciones investigadas, además de la posibilidad de llevar los resultados de las investigaciones a un público más amplio. Como estrategia de reciprocidad, la imagen tiene el papel de “contra don” en el proceso interactivo, provocador del diálogo con el Otro, que suscita representaciones y evoca recuerdos de un tiempo y de un lugar.

El texto antropológico contemporáneo cruza imágenes y escritura como espacios complementarios en la construcción del conocimiento antropológico. Nuevas generaciones de antropólogos visuales osan al ocupar imágenes con mayor grado de autonomía, narrando una situación social específica del trabajo de campo.

Recientemente, aparecen, intencionalmente, imágenes de antropólogos en las etnografías realizadas, más específicamente de su quehacer etnográfico, explicitando la cualidad e intensidad de este encuentro.

Con base en lo expuesto proponemos pensar las estrategias que estos antropólogos están presentando, al incluir intencionalmente sus imágenes en interacción con los investigados, a partir de la antropología local (RS/Brasil), en especial las investigaciones realizadas en el PPGAS/UFRGS, y aquellas vinculadas al NAVISUAL (Núcleo de Antropología Visual) y al BIEV (Proyecto Banco de Imágenes y Efectos Visuales coordinado por las profesoras Cornelia Eckert y Ana Luiza Carvalho da Rocha). Para eso partimos de un levantamiento de las etnografías que tienen imágenes de antropólogos en el campo buscando comprender la intencionalidad de éste al insertar en imágenes su quehacer etnográfico.

Partiendo del artículo Inventariando la Grafía de la Luz en las Disertaciones de Maestría del Programa de Post Graduación en Antropología Social (Rodolpho et al: 1997), localizamos 30 disertaciones y 6 tesis defendidas en el PPGAS /UFRGS que hicieran uso de imágenes como recurso en el período de 1983 a 2004.

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Como pioneras en el uso de la imagen se destacan tres disertaciones en la década de 1980, las de Ondina Fachel Leal, Cornelia Eckert, Carmem Rial y Ana Luiza Carvalho da Rocha. En la década de 1990 fueron defendidas 18 disertaciones y 1 tesis que hicieran uso de imágenes como recurso sin que el autor estuviese en ellas. Esta invisibilidad remite al rigor de la objetividad exigida en los textos científicos, su aparición no es reconocida por el propio investigador como parte de aquella etnografía y del momento histórico que fue aprehendido tanto en los relatos como en las imágenes de los investigados. Existen fotografías de estos antropólogos en el campo con sus investigados, no obstante, las fotografías de este “estuve ahí”, no aparecen en el texto monográfico y, tampoco, hay preocupación por mostrar en imágenes el proceso interactivo envuelto en la investigación.

A partir de la década de los ’90, por norma, los investigadores llaman la atención en sus etnografías a la fuerza que tiene la fotografía en cuanto “contra don” (Mauss: 2003) y la importancia del retorno al investigado de las imágenes producidas. Es un momento en que la antropología reconoce la necesidad de llevar al proceso de construcción de su práctica a aquellos que contribuyen con la materia prima de esa producción.

El cuidado con la ética y el reconocimiento de la retribución por la disponibilidad y el compartir fragmentos de la vivencia de los sujetos, se vuelven aspectos fundamentales en la construcción de la relación investigador-investigado. Recordamos que en este momento el PPGAS ya cuenta con el NAVISUAL y una disciplina de antropología visual que viene a fundamentar teóricamente esta posición.

Ese dato es de gran relevancia y marca un “nuevo tiempo” de la etnografía en la UFRGS. El involucramiento con la imagen tiene una fuerte adhesión de los alumnos graduados en Ciencias Sociales y los de Post-Graduación en Antropología Social. Las disciplinas ofrecidas en los cursos proponen ejercicios prácticos y, en algunos momentos, su elaboración a través de grupos de trabajo.


Nuestro levantamiento apuntó además, a otra instancia en la producción y en el uso de las imágenes de y por los antropólogos: aquellas en que el investigador surge de forma ocasional. El “click del Otro” no fue previsto y, muchas veces, ni autorizado. En la disertación de França (2002) el investigado señala su interés en fotografiar al investigador. En este caso, la fotografía fue realizada y el hecho revelado posteriormente al investigador, para su sorpresa.

Sr. y Sra. Mauer narran sus experiencias para la investigadora entre la rueca de hilar. Autoría: Rosana Ruhrwein, Teonônía, enero-febrero 2001.
En medio de una entrevista, Rosana –una acompañante que me ayudaba con las líneas de difícil acceso o traducía lo que decía parte de la comunidad que sólo hablaba el dialecto heredado de sus ancestros que migraron de Alemania en los inicios del siglo XIX -se apropia de la máquina fotográfica, diciendo: “¡Oh, Cris, sólo tú sacas fotos de los otros! Tienes que tener una foto junto a nosotros...” El momento de la foto no fue percibido por mí ni por el matrimonio Osterkamp. Sin embargo, la imagen producida me coloca allí, define mi presencia entre aquellos que me ofrecieron no sólo sus saberes, sino, además de, me regalaron su afecto” (Maria Cristina França, en entrevista, 2002).

Entre 2000 y 2004 fueron 8 disertaciones y 2 tesis defendidas en el PPGAS con uso de imágenes. El antropólogo al objetivar-intencionar y capturar la imagen visual del Otro, construye simultáneamente, una imagen de sí diferenciada: el antropólogo no sólo observador, apuntador de situaciones vividas, “preguntador”, sino también, o principalmente, alguien que captura imágenes y, entonces puede ser interpretado como “fotógrafo”, “cineasta”, "reportero de televisión”, etc. La identidad del antropólogo se está reconstruyendo a través del Otro, que de observado se asume como observador. Y esta nueva identidad participa de esta relación y del quehacer antropológico.

Equipo NAVISUAL/BIEV acompañando el trabajo de campo de Flávio Silveira. Autoría: Cornelia Eckert, São Miguel das Missões, 2003.
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El antropólogo que ocupa el texto también está presente en las imágenes. Flávio L. Silveira, (2004) narra sobre su presencia en las fotografías de tesis.

Mi mirada, las miradas de mis colegas, las diversas miradas de las personas del lugar que participaron de la experiencia, todo allí como un cruce de perspectivas sobre la densidad del tiempo y del espacio misionero, conviviendo con la fuerza del encuentro, del diálogo intercultural, cuando recorríamos los paisajes del Otro, considerando, es claro, que ese Otro estaba consustanciado en las personas que nos acompañaban -o que encontrábamos- en el recorrido” (Flávio Silveira, em entrevista 2004).

Conviene destacar que esta intencionalidad de la figura del antropólogo en la imagen fotoetnográfica exige el trabajo en equipo. Ya no se trata sólo del “click del Otro”, de la imprevisible aparición del antropólogo, sino de lo que BIEV viene llamando la “etnografía de la etnografía”. Investigadores trabajando en equipo registran el encuentro entre el investigador y el Otro y reflexionan sobre este encuentro en la construcción de la etnografía. Rafael Devos narra el trabajo fotográfico de su tesis (2002) y, en especial la foto realizada por el equipo BIEV:

Este día, fuimos a la casa del Sr. Adâo, uno de los personajes más importantes del trabajo etnográfico desarrollado en la Isla de los Marineros.

Fui acompañado de las profesoras Ana Luiza Carvalho da Rocha, Cornelia Eckert y además del profesor Jean Arlaud, de visita en Brasil. Adâo estaba contento con la presencia en su casa de “mi personal”, a quien él siempre hace referencia al narrar sus historias -“Yo quería contar esa historia para ustedes”, decía él, estando acompañado o solo en su escucha. Adâo vive en la parte Norte de la Isla, en su ambiente más rural, apenas a 12 kms del centro de la ciudad. En sus memorias narra el transcurrir de la infancia vivida en medio del trabajo con el ganado, la roza y la extracción de leña para el trabajo como carpintero naval en los clubes de remo de la Isla. Su habilidad y su placer en narrar las muchas historias fantásticas de las islas son responsables de su reconocimiento dentro de la comunidad como un gran narrador del lugar. Sabiendo que Adâo no podía leer el trabajo, fui directo a las páginas en que él pudiera ver las imágenes de los lugares a que se refería en las narrativas, y de sí mismo en los variados gestos de su “arte de decir”, en que su narrativa corría transcrita en la secuencia de los instantes de imágenes de sus gestos y expresiones. Se quedó sorprendido con la cantidad de imágenes suyas y de los demás narradores en el trabajo. Al identificar una de las historias narradas, la del “bicho preto” que apareció en la decrecida de la inundación del 41 en la Isla, hizo el camino inverso de lo escrito, devolviendo la oralidad a la narrativa, contándonos entonces, una nueva historia. Terminada una etapa del trabajo, el intercambio de imágenes en el campo continua” (Rafael Devos, em entrevista 2002).

Recientemente, las imágenes producidas, más allá de ser un instrumento eficaz en la composición de las representaciones constitutivas del grupo investigado, coloca y define la presencia del investigador en la fotografía. La presencia del antropólogo en la fotografía etnográfica es intencional y busca revelar el proceso de interacción que está aconteciendo en el campo, el propio quehacer etnográfico. Ya no más guardadas como objeto de recuerdo, estas fotografías están insertas en el texto etnográfico: narran el encuentro entre el investigador y el Otro y la historicidad de esta relación. Revela al antropólogo como un personaje etnográfico más.

Flávio Silveira y el espacio misionero. Autoría: Cornelia Eckert, Porto Alegre, 2003.
El fotógrafo reflejado en terreno. Autoría: Luiz Eduardo Robinson Achutti, Porto Alegre, 1997.
En una tercera etapa de trabajos antropológicos que contaron con imágenes, surge una generación de antropólogos visuales en la UFRGS que les confiere una mayor relevancia en el texto etnográfico, muchas veces, trabajos acompañados de exposiciones fotográficas o trabajos videográficos. El texto antropológico se presenta en la composición de un texto escrito en que las imágenes cruzan interpretaciones, llevan a la convergencia de representaciones escritas y relatos en fotografías. La antropología contemporánea cuenta, por fin, con el trabajo de campo fotoetnográfico, así definido por Achutti:

"[...] Sin comprometer el punto de vista antropológico, quien fotografía tiene que dar cuenta de administrar bien los recursos que el abordaje fotográfico propicia, no sólo en el sentido de la mera transcripción visual de los datos de campo, sino también en el sentido de la construcción de una narrativa visual que sea eficaz y contenga informaciones interpretativas acerca de una determinada realidad. Mientras tanto es en el trabajo de campo que los recortes tienen que ser bien decididos y realizados. Todas las intenciones visuales del antropólogo deben ser resueltas de forma a originar fotografías que ofrezcan una “lectura” tan clara como sea posible. Aún más, cada fotografía deberá tener alguna importancia cuando “lidia” individualmente y, al mismo tiempo, deberá servir como parte integrante de una secuencia de fotografías que en su conjunto puedan venir a componer una de las formas de narrar antropológicamente lo que es singular. La fotoetnografía, más que como un medio de “retratar”, viene a sumarse al esfuerzo de la “lapidaria” antropológica que, al penetrar en lo tosco, busca develar lo precioso” (Achutti, 1997: 69).
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Intercambio de imágenes. Autoría de Ana Luiza Carvalho da Rocha, Isla de los Marineros, 2001.
Tratamos, en este breve texto de proponer una reflexión aún en proceso, de la trayectoria del quehacer antropológico con imágenes como instrumento. Hemos visto generaciones de antropólogos que se abstuvieron de aparecer en imágenes en las etnografías. Algunas veces su presencia estuvo sugerida en el encuadre, en la mirada del fotografiado, a través de la mirada del Otro o incluso surgiendo de forma ocasional. Recientemente, algunos trabajos incluyen intencionalmente al investigador, buscando no probar su presencia en el campo sino traer la intensidad e intencionalidad del encuentro etnográfico.
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Notas

1. La idea original de este trabajo fue sugerida por la coordinadora del Núcleo de Antropología Visual de la Universidad Federal de Río Grande do Sul, la profesora Dra. Cornelia Eckert. De igual forma, destacamos que ésta es una discusión promovida dentro del NAVISUAL (Núcleo de Antropología Visual – PPGAS/UFRGS) que incluye coordinación, becarios e investigadores asociados.
2. Programa de Post-Graduación en Antropología Social de la Universidad Federal do Río Grande do Sul.
3. Núcleo de Antropología Visual (NAVISUAL), Laboratorio de Antropología Social, Programa de Post Graduación en Antropología Social, IFCH, UFRGS, coordinado por la profesora Dra. Cornelia Eckert. Banco de Imágenes y Efectos Visuales (BIEV). Proyecto coordinado por las profesoras Dras. Cornelia Eckert y Ana Luiza Carvalho da Rocha en el ámbito del PPGAS/UFRGS.
4. Nos referimos específicamente a la creación de núcleos de investigación dedicados al uso de la imagen en el ámbito universitario, así como a foros de trabajo e investigación de las reuniones de ANPOCS [Asociación Nacional de Pesquisa y Post-Graduación en Ciencias Sociales] y de la ABA [Asociación Brasileña de Antropología] a partir de la década de 1990.








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